Siempre la atrajeron los filos. Están en aquel punto que define el acá del allá. Eso tan blanco o tan negro. Tan no Ella. No.
El intercambio , el trueque del corte por el dolor siempre fue adictivo. Aquella sensación de quietud absoluta. Inalcanzable y única. Única.
Siempre la llama, la invita a deshacerse de esa mochila que Ella siempre lleva sobre sus espaldas. Nadie más entiende esa necesidad introspectiva a fin de rearmarse para poder hacerle frente a la locura diaria. Locura.
El filo quiere sacarle obstáculos a los que está demasiado habituada. Demasiado.
Ella gira y gira en soledad mientras observa aquellas zonas donde las marcas narraban angustias pasadas. Antes le temía a las sombras, ahora Ella ama su oscuridad. Ama.
Si las estrellas pueden brillar en la oscuridad. Tu también puedes.