lunes, 5 de marzo de 2012

Encuentro

Ella caminaba por las baldosas como si jugara a no pisar las negras. Era un día de verano, de esos ni muy caluroso ni muy fresco. Parecía distraída… sin embargo, mientras daba saltitos de una baldosa a la otra lo ve a la distancia. Él, quién en su momento fue un gran amor. Como siempre – sin haber cambiado en nada – serio hasta en su manera de caminar. Ella miró un par de veces para no confundirse, definitivamente, era Él. Sin dudarlo logró escenificar un tropezón. Como siempre con su caballerosidad, Él se acerca para socorrerla. Y es allí, en ese preciso instante, que sus miradas se cruzan, imágenes del pasado afloran así como también las mariposas en el estómago. Sin pensarlo dos veces, se van a un café a conversar. Mirada va, mirada viene, que el jueguito con la cuchara dentro de la taza, que el sobre de azúcar y, pasó lo inevitable. Él rozó la mano de Ella y como quién dice: “donde hubo fuego, cenizas quedan” Y quedaban, muchas… muchas. Sin timidez y sin remordimientos, se reencontraron y ya no quedaba nada por añorar, los cuerpos se fundieron en uno. Mientras recobraban el oxígeno Ella le dijo al oído: "Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos"

No hay comentarios:

Publicar un comentario