¿Qué hacemos con esa cabecita chiquita, qué hacemos?

Ella leía y leía, mientras movía la punta del dedo gordo del pie derecho al ritmo de la música. Siempre se preguntó si la gente nota como todo el resto del mundo se mueve diferente cuando hay música, saber si mientras Ella camina con sus auriculares por las calles porteñas la gente nota que todos caminan a otro ritmo, que el viento sopla diferente, que somos y no somos.

La música transforma, la oscuridad tiñe y la luz augura algo nuevo... será cuestión de apagar todas las luces y ver que es lo que la música transforma. A Ella siempre le gustó escuchar música en todo momento, aún cuando estaba haciendo cosas que requerían de su plena atención. Ella se decía que necesitaba la compañía que le música le brindaba, que Ella podía concentrarse mejor en una lectura - por ejemplo - mientras escucha un tema musical que si lo hace en un cuarto con gente hablando... ¿porqué será eso?

Ella hay noches que se despierta y ve la hora en el celular, las 3, las 5 am... cierra sus ojos y trata de recordar qué la hizo despertar tan abruptamente, cesa en sus esfuerzos de recordar y vuelve a caer dormida hasta que pasados los minutos - que Ella siente como segundos - suena el despertador y es hora de arrancar el día.

Hace no mucho Ella lo miraba fijamente, ninguno decía nada... el silencio, la no música, transformaba eso que era, en algo que ya no lo era mas... en algo nuevo... Sin saber qué era lo correcto dijo: ¿Qué hacemos, qué hacemos? dame un abrazo, vení, dame un abrazo. Y así, simplemente así, Ella se despertó miró la hora y eran las 4 de la mañana... se giró, hizo un profundo suspiro y se volvió a dormir.

Hoy no, mañana tampoco, ¿pasado mañana, quién sabe?