sábado, 12 de marzo de 2016

Las palabras se vuelan con el viento, ¿sabía ud?

Ella revisa y revisa cosas que le son dichas, así, espontáneamente. Hace no mucho tiempo atrás decidió soltar y dejar de insistir sobre lo insostenible. ¿Cuál era el sentido al final?. Cuál.

Sentía como se le drenaba la energía, el buen humor y su estado anímico mutaba hacia  espacios oscuros y de no retorno. No retorno.

De repente cimbronazos la traían nuevamente al “hoy” a la superficie, abría los ojos y cerraba la puerta al corazón. No vaya a ser que termine roto, de nuevo. Es así que se viste – diariamente – con su mejor vestido de “dejame sola, no quiero a nadie”, como Ella vende, todos compran. Todos.

Cimbronazos que rozan áreas delicadas, custodiadas por altas paredes que viene levantando hace años ya. Varias veces alguien logró derribarlas y Ella no tuvo la viveza para frenar lo inevitable. Inevitable.

Estar solo, decía el zorro al Principito, es un reencuentro consigo mismo y no debe ser motivo de tristeza, es un motivo de reflexión. El "problema" no es la soledad, es no querer estar acompañado. Acompañado.


Ella vivía los cimbronazos como baldes de agua fría que la traían a la fantasía y la alejaban de la realidad. El historial daba la nota y todo se repetía, una vez más. Cansada hasta el enojo - consigo misma - se gritó frente al espejo "basta de comprar promesas vacías". Basta.

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